viernes, 26 de agosto de 2011

Noam Chomsky y el patriotismo

En esta entrada continuamos la anterior, en la que hablábamos de las ideas del filósofo y lingüista Chomsky sobre la educación. Ahora hablaremos concretamente de la educación patriótica, de cómo nos enseñan desde jóvenes quiénes son los nuestros, a quiénes tenemos que aclamar y a quiénes abuchear independientemente de cómo lo hagan.


Cuando acudió al instituto de secundaria, Noam Chomsky se sentía muy unido al equipo de fútbol americano. De mayor reflexionó sobre este sentimiento, que convertía lo deportivo en colectivo y archiimportante para toda la colectividad:
«Recuerdo perfectamente que en aquella época de repente me hice esta extraña pregunta: "¿Por qué animo a mi equipo de fútbol? No conozco a ninguna de estas personas. Ellas no me conocen a mí. No me importan. Odio el instituto. ¿Por qué animo al equipo de fútbol?". Bueno, esto es lo típico que uno hace sin más, que a uno le enseñan a hacer. Está arraigado en nosotros. Y de aquí se pasa al jingoísmo, a la subordinación y demás»
Desde jóvenes, nos enseñan quiénes son los nuestros, aunque no los conozcamos. También nos dicen qué es lo importante, aunque a nosotros no nos lo parezca. De la misma manera, nos muestran quiénes son los otros, los enemigos. A los nuestros hay que defenderlos siempre, a los otros hay que atacarlos sin piedad, sin sentir el más mínimo remordimiento. ¿Es así como debe funcionar una "buena sociedad"?, se pregunta Chomsky.




Esta explicación la aplica Chomsky a la conciencia americana tras haber lanzado las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki en Japón, durante la Segunda Guerra Mundial. Los americanos acogieron la decisión presidencial con júbilo. Aún hoy los historiadores oficialistas siguen justificando la acción con la idea de que con una matanza masiva de civiles inocentes probablemente se evitó otra mayor. También justifican los bombardeos de las tropas aliadas que redujeron a ruinas las ciudades alemanas y masacraron a la población civil, como el de Dresde,  aunque critiquen duramente los bombardeos realizados desde el lado contrario, el bando nazi, como el que sufrió la población vasca de Guernica, criminal sin duda, pero inferior en intensidad y número de bajas al que soportó la ciudad alemana citada.



Otro ejemplo: Chomsky compara la aceptación de Einstein y Bertrand Russell en Estados Unidos y observa que el trato dado a uno (más oficialista) y otro (discrepante) es muy diferente:

"Comparemos a Russell y a Einstein, dos figuras prominentes, que pertenecen más o menos a la misma generación. Estaban de acuerdo en los graves peligros que acechaban a la humanidad, pero eligieron maneras diferentes de reaccionar ante ellos. Einstein lo hizo llevando una vida muy cómoda en Princeton y dedi­cándose a lo que más le gustaba, la investigación, y tomándose el tiempo de vez en cuando de pronunciar alguna declaración con carácter de oráculo. La reacción de Russell consistió en liderar manifestaciones y conseguir que la policía se lo llevara a rastras más de una vez, escribir en extenso sobre los problemas del mo­mento, organizar juicios contra criminales de guerra, etc. ¿Y cuál fue el resulta­do? Russell fue y es vilipendiado y condenado, mientras que a Einstein se lo admi­ra como a un santo. ¿Debería eso acaso sorprendernos? En absoluto. (31 de marzo de 1995)"
Pues eso: que siempre hay que animar al equipo. ¡Y que se chinchen los malos!

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