martes, 7 de enero de 2014

Ñaque o de piojos y actores


Como muy pronto los alumnos de 3º y 4º de la ESO van a ver la obra de José Sanchís Sinisterra Ñaque o de piojos y actores, en el Teatro de las Esquinas, pues vamos a ir preparando el camino.

Lo primero: ¿Qué es eso de "Ñaque" y por qué lo de "piojos y actores". Leamos:

"En el Siglo de Oro español, existían diferentes agrupaciones teatrales que deambulaban y malvivían por el mundo, algunas heredadas de periodos anteriores y otras que seguían el influjo de las nuevas modas provenientes de Italia. Una de ellas era la que se conocía como Ñaque, compuesta por dos actores.

   "Ñaque es dos hombres que no llevan sino una barba de zamarro, tocan el tamborino y cobran a ochavo. Estos hacen un poco de un auto, un entremés y dicen unas octavas y dos o tres loas. Viven contentos, duermen vestidos, caminan desnudos, comen hambrientos, espúlganse en verano entre los trigos y, en el invierno, no sienten con el frío los piojos…”
   El Viaje entretenido (1603), Agustín de Rojas Villandrando.
Así que "piojos" y "actores" son realidades más bien próximas. Los cómicos de la legua malvivieron durante siglos en nuestro país, eran mal vistos, considerados mendigos, harapientos, parias... Ni siquiera podían ser enterrados en sagrado.


Ñaque... es un homenaje a todo ese teatro menor, distinto del grandioso y oficial, el que hacen las grandes compañías, aquel que sí tiene el apoyo del poder, porque el poder quiere dominarlo para ponerlo a su servicio. Con Ñaque... rescatamos toda una subcultura popular marginada por el teatro elitista y segregador de la clase burguesa.

   “Y así sucede también en el llamado Siglo de Oro de la cultura española. Junto a la brillante dramaturgia de Lope, Tirso, Alarcón, Moreto, Calderón, etc.; junto a la sólida fábrica del Corral de la Cruz o del Príncipe, de la Casa de la Olivera o del Coliseo del Buent Retiro; junto a la fama y el relativo bienestar de comediantes como los Morales, Josefa Vaca, Juan Rana, María Calderón, Sebastián de Prado y otros, prolifera una turbia caterva de poetrastros y zurcidores de versos ajenos, de faranduleros y cómicos de la legua, que vagabundea con su arte a cuestas por villorrios, aldeas, cortijos y ventas, “gente holgazana, mal inclinada y viciosa y que por no aplciarse al trabajo de algunos de los oficios útiles y loables de la república, se hacen truhanes y chocarreros para gozar de vida libre y ancha”, en opinión de un fraile de su tiempo”.
Los dos actores protagonistas, Ríos y Solano, nos van explicando qué era una Compañía, una Farándula, una Bojiganga, una Garnacha, una Gangarilla, un Cambaleo, un Bululú. Los actores son la carne hambrienta y fatigada –eterna morada de piojos- de ese “espíritu” que perdura en los textos ilustres.


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