martes, 18 de noviembre de 2014

Lorca en inglés-3

Lorca no está contento con lo que ve en América. No hay que olvidar que va a Nueva York en 1929, el año del crack. Lo que ve le impacta profundamente.

En la tercera parte de Poeta en Nueva York, titulada "Calles y sueños", el poeta-paseante anota y se queja, aumenta el tono social como lo demuestran los mismos títulos de los poemas: "Paisaje de la multitud que vomita", "Paisaje de la multitud que orina", "Ciudad sin sueño", "Panorama ciego de Nueva York". En esta parte aparecen los famosos poemas "Danza de la muerte" y "La aurora", que reproducimos a continuación.

Danza de la muerte (fragmento)

"El mascarón. ¡Mirad el mascarón!
Arena, caimán y miedo sobre Nueva York. (...)

No es extraño este sitio para la danza, yo lo digo. 
El mascarón bailará entre columnas de sangre y de números, 
entre huracanes de oro y gemidos de obreros parados 
que aullarán, noche oscura, por tu tiempo sin luces, 
¡oh salvaje Norteamérica! ¡oh impúdica! ¡oh salvaje, 
tendida en la frontera de la nieve! 

El mascarón. ¡Mirad el mascarón! 
¡Qué ola de fango y luciérnaga sobre Nueva York! (...)



¡Que no baile el Papa!
¡No, que no baile el Papa!
Ni el Rey,
ni el millonario de dientes azules,
ni las bailarinas secas de las catedrales,
ni construcciones, ni esmeraldas, ni locos, ni sodomitas.
Sólo este mascarón,
este mascarón de vieja escarlatina,
¡sólo este mascarón!

Que ya las cobras silbarán por los últimos pisos,
que ya las ortigas estremecerán patios y terrazas,
que ya la Bolsa será una pirámide de musgo,
que ya vendrán lianas después de los fusiles
y muy pronto, muy pronto, muy pronto.
¡Ay, Wall Street!

El mascarón. ¡Mirad el mascarón!
¡Cómo escupe veneno de bosque
por la angustia imperfecta de Nueva York!

Dance of Death


The mask. Look at the mask!
Sand, crocodile, and fear above New York.(...)



This isn’t a strange place for the dance, I tell you.
The mask will dance among columns of blood and numbers,
among hurricanes of gold and groans of the unemployed,
who will howl, in the dead of night, for your dark time.
Oh, savage, shameless North America!
Stretched out on the frontier of snow.

The mask. Look at the mask!Such a wave of mire and fireflies above New York! (...)
But don’t let the Pope dance!
No,
don’t let the Pope dance!
Nor the kind,
nor the millionaires with blue teeth,
nor the barren dances of the cathedrals,
nor builders, nor emeralds, nor madmen, nor sodomites.
Only this mask.
This mask of ancient scarlet fever.
Only this mask!
Cobras shall hiss on the top floors.
Nettles shall shake courtyards and terraces.
The Stock Exchange shall become a pyramid of moss.
Jungle vines shall come in behind the rifles
and all so quickly, so very, very quickly.
Ay, Wall Street!
The mask. Look at the mask!
And how it spits its forest poison
through New York’s imperfect anguish!

La aurora
La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.

La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.

La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible:
a veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.

Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraísos ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.

La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.
Dawn
Dawn in New York has
four columns of mire
and a hurricane of black pigeons
splashing in the putrid waters.

Dawn in New York groans
on enormous fire escapes
searching between the angles
for spikenards of drafted anguish.

Dawn arrives and no one receives it in his mouth
because morning and hope are impossible there:
sometimes the furious swarming coins
penetrate like drills and devour abandoned children.

Those who go out early know in their bones
there will be no paradise or loves that bloom and die:
they know they will be mired in numbers and laws,
in mindless games, in fruitless labors.

The light is buried under chains and noises
in the impudent challenge of rootless science.
And crowds stagger sleeplessly through the boroughs
as if they had just escaped a shipwreck of blood. 

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