sábado, 25 de abril de 2015

Los otros días del libro: décimo aniversario de You Tube

El 23 de abril de 2015 también se cumplió un aniversario, jovencito, pero aniversario: el décimo de YouTube, el portal audiovisual más importante del mundo, que ya es algo más que una forma de compartir vídeos caseros. Ahora es un gran negocio.

YouTube significa algo así como Tú, en la tele (Tube en inglés coloquial). Fue el invento de unos jovencitos que luego vendieron el negocio milmillonariamente a Google. El primer vídeo subido a la red fue Me, at the Zoo, Yo en el zoo, lo que da idea del alcance doméstico casi del invento en su primer momento. El joven Jawed Karim puso allí su paseo por el zoo para la historia. En marzo de 2006, Jack Dorsey creaba el primer tuit con la tecnología que él había creado. Y en septiembre de 2006 nacía Facebook, que hoy tiene 1.500 millones de usuarios (a Twitter se le calculan unos 600 millones).

Hace unos años, ya se decía que YouTube almacenaba unos 120 millones de vídeos, hoy serán muchos más. La empresa estima que se suben más de 300 horas de vídeo por minuto, así que... si imposible era antes leerse todos los libros de una biblioteca... ¡Muchas vidas necesitaríamos para ver todo lo que hay en YouTube. Los youtubers son los adictos a YouTube, una tribu urbana (y rural) que tiene millones de adeptos (¿o adictos?).

Se calcula que hoy YouTube tiene unos mil millones de usuarios cada mes, así que obviamente las grandes empresas han vuelto sus ojos hacia el portal para estar presentes allí: hoy los grandes negocios se hacen contando con Internet, sin la red...

Pero no solo los negocios, también están presentes en YouTube los fines educativos: hay millones de tutoriales de cualquier materia que queramos buscar.

YouTube está presente en 75 países en 61 idiomas distintos.

¿Y si Cervantes levantara la cabeza? Pues seguramente habría escrito el Quijote en un blog. ¿Tú que crees?



Para finalizar esta entrada, unas reflexiones sobre los nuevos tiempos digitales:

YouTube y las redes han venido a democratizarlo todo. Hoy cualquiera puede escribir, publicar, poner fotos y tener miles de seguidores. Basta con que lo que sube a Internet tenga interés. Rafael Bachiller, en un artículo de El Mundo, del jueves, 23 de abril de 2015, habla del "Homo digitalis" y dice que las pantallas, smartphones y videoconsolas son las bolas de cristal para jóvenes y no tan jóvenes. Los oráculos máximos son Google y la Wikipedia, esta última más potente que la famosa Biblioteca de Alejandría, que fue la cumbre del saber en la Antigüedad.

Hoy, la tecnología permite que nos adentremos en un espacio virtual ilimitado, aumentando hasta el infinito nuestra identidad. Podemos inventarnos avatares, participar en mil foros. Hoy todo el mundo puede tener su minuto de gloria gracias a Internet.

Pero también todo este océano de información hace que nos fragmentemos más, que seamos seres más enfermos que antes. Estamos obligados a permanecer en un estado de alerta permanente, tenemos comportamientos casi adictivos hacia los medios digitales, ni siquiera somos capaces de ver una película en el cine o una obra de teatro sin conectarnos compulsivamente al móvil.

Lo podemos ver todo, pero nada con tiempo suficiente, enseguida debemos dar al Me gusta para demostrar que hemos visto lo que otros nos envían para compartir con nosotros.

Tampoco tenemos intimidad, compartimos nuestras fotos, nuestros viajes, nuestros gustos, deseos. Maquillamos nuestras experiencias, disimulando las frustraciones y los fracasos, exhibiendo nuestros pequeños triunfos, creamos un espectáculo extraordinario con nuestras vidas ordinarias.

La hiperconexión también nos lleva al aislamiento, olvidamos los abrazos que son también fundamentales, el contacto directo con los demás. Además, el acceso a la Red no es universal, hay cada vez más diferencias entre países conectados y desconectados...

En fin, lo digital como todo en la vida tiene sus ventajas e inconvenientes.

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